Amanda R. Phillips, Professional identity in osteopathy: A scoping review of peer-reviewed primary osteopathic research, International Journal of Osteopathic Medicine, Volume 45,2022, Pages 25-37, ISSN 1746-0689.
Introducción
La investigación sobre la identidad profesional (IP) y su desarrollo es abundante en modalidades sanitarias como la medicina, la enfermería, la farmacia, la terapia ocupacional y la fisioterapia. En todas las profesiones, la IP ha mostrado una asociación positiva con la motivación y la retención, la resiliencia, el compromiso profesional, el bienestar y la eficacia. Además, se ha demostrado que la IP actúa como un "dispositivo de creación de sentido... que gobierna nuestras elecciones y toma de decisiones".
Históricamente, se suponía que el profesionalismo, es decir, los valores, los comportamientos y las relaciones que sustentan la confianza en los profesionales sanitarios, se "adquiría automáticamente" mediante la observación de los modelos y los mentores. Sin embargo, los cambios en el pensamiento educativo han hecho que se reconozca cada vez más que el "profesionalismo" debe ser explícito en los planes de estudio y, más recientemente, que el desarrollo de la identidad profesional (IP) es el "verdadero objetivo" de la enseñanza del profesionalismo.
Facilitar el desarrollo de la IP parece conferir múltiples beneficios individuales y para toda la profesión, aunque es difícil generalizar las conclusiones debido, en parte, a la variedad de definiciones de IP. En su análisis conceptual, Fitzgerald analizó las definiciones de la investigación sanitaria y concluyó que la IP se caracteriza por las acciones y los comportamientos, los conocimientos y las habilidades, los valores, las creencias y la ética, el contexto y la socialización, y la identidad grupal y personal. La descripción de Clarkson y Thomson de la IP osteopática (OPI) - "la construcción de la experiencia, las cualidades, las creencias y los valores de una persona que definen su rol profesional"- se alinea con elementos de la definición de Fitzgerald. Del mismo modo, Thomson et al. describen la IPO en términos de las percepciones de los osteópatas sobre la osteopatía dentro de la asistencia sanitaria y sus autopercepciones en contextos profesionales, alineándose con la "identidad grupal y personal" de Fitzgerald. Por último, aunque no es una definición propiamente dicha, Cotton [25] propone que la cohesión profesional se basa en las respuestas a las preguntas sobre los atributos individuales: "¿De dónde vengo? ¿En qué creo? ¿Qué debo hacer?" - pero también las posiciones de los individuos dentro de la comunidad osteopática más amplia - "¿Quiénes son mis hermanos y hermanas? ¿Puedo confiar en ellos? ¿Son como yo?". De nuevo, estas preguntas reflejan la definición de Fitzgerald y proporcionan otro medio para explorar la OPI, a través de las autopercepciones profesionales individuales y colectivas de quiénes somos y, simultáneamente, quiénes no somos.
Las preguntas de Cotton permiten describir tanto a [mi] yo como individuo, como a [nuestro] yo dentro de la comunidad osteopática. Mientras que "yo" implica una singularidad personal, "nosotros" reconoce las similitudes intraprofesionales y, al mismo tiempo, las diferencias interprofesionales.
Esto refleja las perspectivas desde las que tradicionalmente se ha explorado la IP. Desde un punto de vista sociológico, la IP se ha tipificado como un hacer, que implica el cumplimiento de los requisitos del rol y la adhesión a las normas profesionales y a las expectativas de la sociedad. Las perspectivas psicológicas caracterizan la IP como un ser, que requiere la interiorización de valores personales como la empatía, la integridad y el respeto. Aunque son menos tangibles, afectan a la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y, a través de nuestros comportamientos en el ámbito público, presentamos nuestra identidad al mundo exterior.
Hatem y Halpin equiparan la formación de la IP con el devenir, y lo describen como el proceso de desarrollo por el que se pasa de "hacer las tareas de... a encarnar la identidad de...". De hecho, la descripción de Clarkson y Thomson de la IP como "la construcción [énfasis añadido] de los [atributos] de una persona..." reconoce que la IP es inherentemente evolutiva, pero esto parece entrar en conflicto con otras definiciones de la IP como "estable y duradera". En el campo de la identidad personal, Erikson, afirma que son precisamente los componentes estables de nuestra personalidad (nuestra "identidad del ego") los que nos permiten reconciliar las contradicciones y efectuar la transformación personal. De ahí que sea posible la "continuidad con el cambio" en la medida en que nuestro pasado influye en nuestra apertura a nuevas ideas, proporcionando oportunidades o limitaciones para nuestro presente y futuro, creando.
Como escenario principal del devenir, las instituciones educativas son quizá las que más influyen en la IP. Jarvis-Selinger et al. sugieren que los educadores deberían fomentar las cualidades que la sociedad espera de los futuros profesionales para que puedan desarrollarse "desde los niveles inferiores de hacer hasta los niveles superiores de ser”. De hecho, en la formación sanitaria inicial se hace cada vez más hincapié en el ser/llegar a ser (una perspectiva ontológica), además del saber y el hacer (una perspectiva epistemológica). Esto reconoce que las creencias y los supuestos existentes subyacen al aprendizaje a través de respuestas conscientes o inconscientes a las experiencias y, a su vez, se reinterpretan como parte del proceso. Convertirse en un profesional, o el desarrollo de la IP, podría visualizarse como un proceso iterativo de lo que soy y de lo que sé y hago, mediado por el pensamiento reflexivo.
Enfoque del contenido de los estudios.
FUENTE: INTERNATIONAL JOURNAL OF OSTEOPATHIC MEDICINE