La microbiota intestinal, considerada un "órgano" dinámico, cumple numerosas funciones fisiológicas esenciales y es susceptible a la influencia de factores externos, como la dieta. Investigaciones recientes han revelado que la microbiota desempeña un papel significativo en la regulación de la presión arterial, sugiriendo su contribución a la hipertensión (HTA). Entre los factores de riesgo modificables para la HTA, uno de los más importantes es la ingesta de sodio en la dieta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones recomiendan que la ingesta diaria de sodio para adultos y adolescentes mayores de 14 años sea menor a 2.300 mg. Sin embargo, el consumo actual de sodio en muchas dietas a nivel mundial supera ampliamente esta cantidad, lo cual está asociado con un aumento del riesgo de hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares.
La microbiota intestinal no solo ayuda en la digestión y absorción de nutrientes, sino que también juega un papel crucial en la modulación del sistema inmunológico y la inflamación. Estudios han demostrado que dietas altas en sodio pueden alterar la composición de la microbiota intestinal, afectando su diversidad y funcionalidad. Este desequilibrio, o disbiosis, puede provocar respuestas inflamatorias tanto locales como sistémicas, lo cual está estrechamente relacionado con la elevación de la presión arterial.
El consumo elevado de sodio altera la homeostasis microbiana intestinal, promoviendo un ambiente inflamatorio. Las dietas ricas en sodio han sido asociadas con una disminución de bacterias beneficiosas, como Lactobacillus, y un aumento de microorganismos proinflamatorios. Esta disbiosis puede llevar a un deterioro de la barrera intestinal, facilitando la translocación de endotoxinas bacterianas al torrente sanguíneo y contribuyendo a la inflamación sistémica.
La inflamación crónica inducida por una alta ingesta de sodio puede afectar la estructura y función del intestino, deteriorando la barrera intestinal y aumentando la permeabilidad. Esto no solo facilita el paso de sustancias inflamatorias al cuerpo, sino que también puede desencadenar una respuesta inmunitaria exagerada, exacerbando la presión arterial y promoviendo el desarrollo de hipertensión.
La conexión entre la microbiota intestinal y la hipertensión subraya la importancia de considerar la dieta como un factor clave en la prevención y manejo de la HTA. Reducir la ingesta de sodio no solo puede ayudar a mantener la presión arterial bajo control, sino también a preservar la salud de la microbiota intestinal. Este enfoque integrado destaca la importancia de un estilo de vida saludable para la prevención de enfermedades crónicas.
Para obtener más información sobre la relación entre el sodio, la hipertensión y la microbiota intestinal, se recomienda leer el artículo completo: “Sodium, hypertension, and the gut: does the gut microbiota go salty?”.

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