Los trastornos de la interacción intestino-cerebro (TGII), anteriormente conocidos como trastornos gastrointestinales funcionales, abarcan una variedad de síntomas gastrointestinales que no presentan anomalías estructurales detectables.

Entre estos trastornos se incluyen:
- Síndrome del Intestino Irritable (SII)
- Dispepsia Funcional
- Estreñimiento Funcional
Más del 40% de la población mundial sufre de estos trastornos, y a menudo, estos pacientes presentan comorbilidades psiquiátricas como ansiedad y depresión. La conexión entre el intestino y el cerebro, conocida como el eje intestino-cerebro, juega un rol crucial en la manifestación y exacerbación de estos trastornos.
La microbiota intestinal, la comunidad de microorganismos que reside en el tracto digestivo, influye significativamente en estos trastornos a través de su interacción con la microglía. La microglía son células especializadas en el sistema nervioso central que desempeñan funciones esenciales en:
- Neurogénesis: La formación de nuevas neuronas.
- Reparación de Daño Tisular: La respuesta a lesiones y daños en el tejido cerebral.
- Resistencia a Infecciones: La protección contra patógenos y otros desafíos inmunitarios.
La comunicación entre la microbiota intestinal y la microglía puede influir en la función cerebral y, por ende, en los síntomas gastrointestinales y psiquiátricos. Esta interacción es un área de creciente interés en la investigación de los TGII.
Comprender cómo la microbiota intestinal interactúa con la microglía podría ofrecer nuevas perspectivas para el tratamiento y manejo de los TGII. Las investigaciones en esta área buscan desarrollar estrategias para equilibrar la microbiota intestinal y mejorar la salud mental y gastrointestinal de los pacientes.
Para explorar más a fondo estos temas y los últimos avances en la investigación, consulta el artículo completo: [“Sentinel or accomplice”: gut microbiota and microglia crosstalk in disorders of gut–brain interaction](https://lnkd.in/dw8BedcH).
Este estudio proporciona una visión valiosa sobre cómo la microbiota intestinal y la microglía colaboran en la modulación de los trastornos de la interacción intestino-cerebro, abriendo nuevas vías para posibles tratamientos y estrategias de intervención.

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