Es una terapia de origen chino que puede relajar el cuerpo y la mente y, además, aliviar determinadas dolencias
Seguramente pensarás: “Esto me suena a chino” y, sin embargo, mira tú por dónde, no andarás muy desencaminada porque se trata de una terapia antiquísima (los primeros tratados escritos datan del siglo V antes de Cristo) que forma parte de la medicina tradicional china y que suele aplicarse como complemento de la acupuntura, una terapia esta última, quizás, más conocida por los occidentales, junto a otras como Shiatsu, Reiki, o el ayurveda , pero ¿en qué consiste la moxibustión? Pues se basa, principalmente, en el uso del calor para estimular determinados puntos del cuerpo que, según la medicina tradicional china, están conectados con órganos vitales. En realidad son los mismos puntos que utiliza la acupuntura, y no son más que lugares concretos repartidos por el cuerpo humano que unidos entre sí forman lo que se llama un meridiano, o lo que es lo mismo, un canal por donde fluye la energía vital del individuo (Qi o energía vital); cuando uno de estos puntos experimenta un fallo, se produce un ‘corte’ del fluido energético, lo que da lugar a un trastorno o alteración concreta.
En la moxibustión el calor se obtiene quemando una planta conocida como ‘moxa’ o artemisa vulgaris (en su acepción científica). Mediante la transmisión de este calor se consigue que los impulsos provocados por las terminaciones nerviosas de la piel dilaten los capilares, de manera que se mejora la circulación general del cuerpo y, más concretamente, de los puntos sobre los que se aplica directamente este calor. El objetivo es conseguir equilibrar lo que los chinos denominan Qi o energía vital. La moxibustión no sólo consigue una agradable relajación corporal, si no también contribuye a mejorar determinadas dolencias como, por ejemplo, los dolores articulares, lumbago, alteraciones digestivas (náuseas o digestiones pesadas), dolores menstruales, insomnio...
Existen diferentes maneras de aplicar la moxibustión, entre las más conocidas están las siguientes:
- Conos: se utiliza la planta de artemisa prensada en forma de pequeño cono, que se colocan encendidos sobre una lámina de jengibre o ajo.
- Puros: la artemisa es prensada en forma de puro habano; se prende uno de los extremos y se acerca al punto del cuerpo que se quiera tratar a una distancia de unos 4 centímetros.
- Con agujas de acupuntura: se sitúa en uno de los extremos de la aguja una bolita de artemisa prendida, mientras que se coloca la aguja sobre el punto que se quiera tratar, de manera que el calor se transmitirá al cuerpo a través del metal de la aguja.
Pues bien, esta curiosa manera de relajar el cuerpo y la mente, a la vez que tratar determinadas dolencias, se ha hecho también un hueco en Occidente gracias a la difusión de la medicina tradicional china y, en general, de las terapias orientales. Es más, hoy incluso, hay determinados establecimientos dedicados al wellness que ofrecen este servicio, entre otros tratamientos de belleza y relajación.
FUENTE: HOLA