Tu estado de ánimo y tu capacidad para completar tareas cambian en invierno, pero puedes contrarrestar sus efectos.
Cuando llega el invierno, es probable que tu cerebro atraviese algunos cambios, y algunos puede que te dejen para el arrastre. A medida que el entorno se altera, surgen nuevos factores estresantes a los que nuestro cerebro tiene que reaccionar, como menos luz solar o inclemencias del tiempo, como explica la neurocientífica Dr. Jenny Barnett.
A veces, esas reacciones pueden manifestarse como un trastorno afectivo estacional, una condición común en la que el cambio de estación, sobre todo de cálida y luminosa a fría y oscura, afecta al estado de ánimo.
“Con la caída de los niveles de luz natural y nuestras rutinas puestas patas arriba, nuestros cuerpos producen menos de la hormona que regula el estado de ánimo, la serotonina”, apunta la doctora, directora científica de Five Lives.
“Cuando los niveles de serotonina están bajos, nuestro cerebro metaboliza lo que tiene más rápido, lo que conduce a un desequilibrio en las sustancias químicas del cerebro que puede dificultar la regulación de nuestras emociones”, prosigue. “Esto lleva a mayores niveles de ansiedad y sentimientos de depresión, que pueden afectar drásticamente a las personas con afecciones cerebrales o relacionadas con el estado de ánimo”.
“Estos cambios cerebrales no solo pueden afectar a su estado de ánimo, sino que también pueden influir en la capacidad para completar tareas difíciles”, agrega.
“Tu cerebro aborda las tareas de manera diferente”, afirma. “En un estudio en el que los voluntarios se mantuvieron en un entorno sin indicación de la estación durante cuatro días y medio, los científicos descubrieron que el rendimiento en los desafíos cognitivos variaba según la estación, aunque todos los aspectos del entorno y el comportamiento de los participantes se mantuvieron iguales”, recuerda.
“El estudio mostró que las personas tuvieron mejor desempeño en las tareas cognitivas en verano y peor en invierno, con mayor activación cerebral en pleno verano y menos en pleno invierno”, continúa. “Esto sugiere que nuestro cerebro o bien tiene diferentes recursos disponibles dependiendo de la estación, o bien que tiene que utilizar diferentes métodos para completar la misma tarea en distintas estaciones”.
Cómo contrarrestar los cambios cerebrales estacionales
El cerebro necesita una nutrición adecuada para funcionar correctamente, por lo que la doctora Barnett recomienda aumentar los niveles de vitamina D, B12 y ácido fólico durante los meses de invierno.
“La vitamina B12 se puede encontrar en alimentos como la carne, el pescado, el queso y los huevos, por lo que para aquellos que siguen una dieta vegana sería recomendable hablar con su médico de cabecera para tomar un suplemento. Para el folato, llena tu plato con verduras de hoja verde, brócoli, legumbres y aguacates”, enumera.
La experta añade que mantener una buena rutina de sueño y mantenerse activo también ayuda.
Si crees que estás experimentando trastorno afectivo estacional, habla con tu médico de cabecera o con un psicólogo para obtener ayuda.
FUENTE: HUFFPOST